¿Por qué tenemos dolor, o nos sentimos enfadados o sin energía?

Porque estas son las formas en que nuestro cuerpo nos habla.

Nuestro cuerpo tiene mucho que decirnos ya que su función principal es garantizar que sobrevivamos.

Tiene su propia manera, su propio ‘lenguaje’.

La ira nos dice que nos protejamos de algo injusto e invasor, el miedo a algo que percibimos como no seguro.

Si atendemos a este mensaje y hacemos algo al respecto, como por ejemplo, hablar con nuestro jefe sobre un colega que nos acosa, en lugar de ignorar el mensaje y tolerarlo, nos mantendremos saludables.

Si ignoramos la ira y el miedo y las reprimimos, tapándolos con comida o alcohol, iremos por un camino poco saludable.

Nuestro cuerpo nos envía sensaciones y emociones que nos guían a tomar decisiones saludables.

Desafortunadamente, todavía es mayoritario el enfoque exclusivo del ‘cerebro sólo como cabeza pensante’ que ignora al cuerpo que nos susurra momento a momento.

Pensamos, pensamos, pensamos y volvemos a pensar.

Una vida plena y saludable pasa por sentir y escuchar a nuestro cuerpo además de pensar.

Y si observamos de cerca el caso de la depresión es un proceso de congelación.

Uno de los mecanismos de supervivencia que tiene nuestro organismo, dirigido desde la biología.
No es una enfermedad de la “mente”.

Tiene su origen en un dolor no expresado, no liberado y no curado que se mantiene en lo más profundo del cuerpo físico, en lo biológico.

Puedes hablar de ello en terapia para suavizar sus bordes, claro que sí.

Puedes medicarlo con la esperanza de que se vuelva más manejable, por supuesto.

Pero el verdadero trabajo tiene que ocurrir, en lo profundo del cuerpo mismo.

El material congelado debe ser descongelado y como el deshielo en primavera necesita determinadas condiciones para que se dé.

Nuestra sombra no es nuestro enemigo.
Desafortunadamente, todavía vivimos en un mundo que le teme.

Y como dice Jeff Brown:

lo evitamos, lo enterramos, lo “gestionamos” con espiritualidades disociativas, medicamentos y psicoanálisis que evitan los sentimientos.
Todo esto no hace más que perpetuar y concretar el problema.
La única forma de curar la depresión es llegar a sus raíces. Llegar al interior de esos sentimientos congelados y descongelarlos somáticamente

En nuestra sociedad actual nos hemos alejado de confiar y permitir que nuestro cuerpo realice la liberación natural que restablece el equilibrio.

Reprimimos el “temblor” y esto provoca que la mayoría de las personas tengan cuerpos tensos, rígidos y doloridos.

En el modelo natural de salud, estas condiciones se deben a que nuestro sistema nervioso se sobrecarga y se apaga. Y el apagado también se conoce como CONGELAMIENTO.

Sentimos el dolor inicial en nuestros cuerpos. Debemos regresar al interior de nuestros cuerpos para sentirlo y resolverlo.
LA SENSACIÓN ES REAL.

No más defensas y negaciones.

No más miedo al temblor.

Temblemos nuestro camino de regreso a la vida.

No permitamos atrofiar ni anular la inteligencia de nuestro cuerpo.

Podemos empezar a escuchar el susurrar del cuerpo.

Deshacerse del estrés y la tensión no saludables, hace posible entrar en la exploración de una escucha amable, necesaria y beneficiosa de tu cuerpo a través del regalo del temblor neurogénico.

Fuentes: TRE SCOTLAND · Jeff Brown, ¿La enfermedad es cuerpo o es mente?